miércoles, 28 de junio de 2017

temas de romanticismo

Temas de Romanticismo


La historia

La literatura romántica es en gran parte histórica. Y la época preferida fue la Edad Media. Hay una re valorización del romancero, y consecuentemente de la épica. El moro Expósito y los Romances históricos, del duque de Rivas, son buena prueba. Apasionó asimismo el tema de los templarios – El señor de Bembibre, de Gil y Carrasco – y al lado de todo ello, se revivió naturalmente el ambiente caballeresco con sus damas y trovadores, sus justas y sus torneos. Y no faltan los templos góticos, el fanatismo, las pruebas de Dios, la brujería.

Los sentimientos

Como en todas las épocas, estan presentes los grandes sentimientos del hombre ante unos cuantos valores básicos: el amor, la religión, la vida y la muerte.

El amor

 fue uno de los valores clave para los románticos. No un amor sereno, sosegado, sometido al control de lo conveniente y racional, sino un amor desatado, furioso, ciego.


Dos formas suele revestir este sentimiento: la sentimental y la pasional, ambas idealistas. La primera consiste en una actitud melancólica, de tristeza íntima, de ensueño irrealizable, cuyos ingredientes son el alma tímida del poeta, la mujer amada e imposible, el paisaje compañero. Esta actitud, que culmina en Gustavo Adolfo Becquer, aparece como ingrediente menor también en Espronceda y Zorrilla. Como se ve, es el campo preferido de la poesía.

La religión

 se les presenta a los románticos españoles bajo una doble perspectiva: como sentimiento y como institución.

Con los románticos aparece la rebeldía frente a Dios, ese ser que ha hecho al hombre tan desgraciado. La rebeldía trajo como consecuencia la reivindicación del diablo, de ese Mefistófeles de Fausto que nada sabe de la belleza del mundo, según le hace decir Goethe, sino sólo de los torturadores sufrimientos del hombre. El satanismo en España encontró un lugar importante en El diablo mundo de Espronceda; pero se le puede rastrear también en otros sitios: en Don Álvaro, el protagonista se suicida identificándose previamente con el demonio y en Don Juan Tenorio se reitera la idea de que éste es Satanás y posee poderes satánicos.


La religión como institución también atrajo la atención. Mirando al pasado se condena la Inquisición, las intrigas de las órdenes religiosas, el nefando dominio del clero.

La vida

 para los románticos se presenta negativamente: no es un bien, sino un mal. El alma romántica es un alma atormentada, triste, moralmente enferma, en busca de un ideal inalcanzable, de un sueño que no se ha de realizar. La inadaptación y la soledad son sus compañeras. Espronceda lo dijo en “A Jarifa en una orgía”:

Y encontré mi ilusión desvanecida

y eterno e insaciable mi deseo:

palpé la realidad y odié la vida.

Sólo en la paz de los sepulcros creo.

El pesimismo envuelve todo. Si se mira la juventud, el tiempo la destruye. Si se sueña el amor, el desengaño lo carcome; si la riqueza o la fama, pronto se desvanecen. Si se alzan los ojos al más allá, la duda y el misterio desprenden un brillo ambiguo. Si se vuelven hacia la sociedad, la injusticia y el dolor ponen una nota amarga. Vivir, ¿para qué? Una angustiosa melancolía, una incontrolable desesperación, se insinúan en el corazón. “El mal del siglo” es su nombre, mal que ya Meléndez Valdés había designado más adecuadamente como “fastidio universal”, hastío, cansancio de existir.

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